Ouka leele

La fotografía me convierte en disfrutante observadora del mundo, espía amorosa de luces, sombras misteriosas y miradas maravillosas. Me hace cómplice de la belleza, hermana de las musas ¿O es mucho decir? Pero al menos sé que son amigas. Si el cielo está negro negrísimo y llueve, compruebo pasmada un claro azul entre las nubes justo encima de la casa donde voy a retratar a una familia para celebrar el 2.000. Así, a las puertas del nuevo milenio sigo sintiéndome la niña mimada, que ayudada por nubes, vientos, aguas y todas las fuerzas de la naturaleza siempre comprueba que las musas allá arriba apoyan su trabajo.

Otra vez en Zamora, llovía en mitad del campo donde iba a realizar un retrato familiar, la pobre cámara era la única que sufría con el agua y decidimos ir a buscar un paraguas para ella a la ciudad. Yo estaba extrañada pues era la primera vez que no sentía esa mágica protección. Cogimos el coche, y ¡Zas! En mitad de la carretera un paraguas abandonado. Y pensé: claro, este retrato ha de ser con lluvia y se me entrega la protección sólo para la cámara: el paraguas regalado. Yo por dentro pensé: esto por si dudabas.

¡No hay dudas! La fotografía ha sido desde el comienzo un regalo tan claro …

Pues ¿cómo no voy a hacer fotos si es todo un puro disfrute?

OUKA LELE